¿Cual es mejor idea, comprar un piso nuevo o uno viejo y reformarlo?
Los inversores inmobiliarios no dudan: el 60 % prefieren adquirir una vivienda vieja, céntrica y con potencial. La rehabilitan y la ponen a la venta a un precio más alto.
Esta es una práctica habitual actualmente entre los inversores inmobiliarios que permite obtener interesantes plusvalías en poco tiempo a diferencia de otros activos financieros en el mercado. Esta estrategia tiene sus ventajas ya que la rehabilitación tiene un precio siempre muy ajustado y la puesta en alquiler es muy rápida por la escasez de viviendas rehabilitadas en el mercado actual en Barcelona.
Los inversores buscan sobre todo áticos y sobreáticos en los barrios de Sarrià-Sant Gervasi, Gràcia, Eixample y Ciutat Vella. Son las zonas de mayor demanda que además de la rentabilidad por alquiler pueden sumar una plusvalía latente en caso de venta en el futuro al ser zonas donde el precio inmobiliario no decae.
En general se descarta este tipo de operaciones con pisos nuevos ya que los precios son más elevados y se pierde rápidamente la calificación por lo que la rentabilidad no es tan atractiva.
Aparte de los inversores también están llegando a inversión inmobiliaria personas de clase media-alta que buscan alternativas ante la falta de rentabilidad de los productos financieros que comercializan los bancos. Una operación de este tipo puede proporcionar rentabilidades de alquiler brutas alrededor de 6-7 % a lo que habrá que añadir la plusvalía futura. Todo ello es muy superior a las remuneraciones ofrecidas actualmente por bancos y entidades financieras.
Los particulares, sin embargo, en su mayor parte prefieren comprar viviendas para uso propio que no requieran una rehabilitación profunda. Para los particulares, la opción preferida es comprar un piso nuevo, aunque su precio medio es mucho más alto que uno de segunda mano. Sólo cuando no lo encuentran dentro de su presupuesto o zona deseada es cuando dirigen su mirada al mercado de pisos no nuevos.
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