Ni los que venden ni los que compran son los mismos de hace unos años. La transformación es evidente. La tecnología ha potenciado las ventas, han cambiado las necesidades y se han creado nuevas exigencias. Por lo que el mercado inmobiliario ha evolucionado en la última década y mantenerse a la vanguardia ha sido el único salvavidas de los agentes.
La entrada al nuevo milenio ha traído consigo demandas exigentes que han aumentado, «si en 2007 eran 117,45 metros cuadrados, ahora estamos en 127,29», contó Jorge Ripoll, director del Servicio de Estudios de Tinsa en una entrevista para el diario El País.
Durante muchos años el apartamento tipo estudio acaparó el mercado por la accesibilidad de costes, la practicidad del espacio y el auge de la independencia juvenil, que para entonces surgió. Hoy las posibilidades económicas son otras y ya los jóvenes no cuentan con tanto capital. Los espacios pequeños bajaron la demanda y los inmuebles de tres habitaciones con cocina, baño y área de esparcimiento acapararon toda la atención por estar vinculados directamente al crecimiento familiar.
El mercado se está nutriendo de compradores con trabajo estable, de edades entre 38 y 44 años, que en muchos casos no dependen de una hipoteca para cerrar la compraventa del inmueble. Esto ha impulsado el crecimiento de los agentes, los ha llevado a ampliar su cartera de inmuebles, a incursionar en la tecnología para hacer más atractivas las ventas e incluso a entender con mayor profundidad las necesidades del cliente para concretar el negocio.
Por su parte, el comprador se ha visto en la necesidad de ser cada vez más realista con sus posibilidades económicas, gustos y necesidades al momento de buscar una vivienda. Comprar un inmueble se ha convertido en una inversión a largo plazo que requiere madurez, seriedad y compromiso. Atrás quedó el lujo, la migración constante de espacios y la elección de vivienda solo por salir de casa.
Las edificaciones usadas o de segunda mano se han convertido en las elecciones más dominantes en el mercado. Comprar una vivienda nueva no está por fuera, pero ha pasado a un segundo plano. Por lo que la compraventa de inmuebles como inversión para rentabilizar los ingresos ha cobrado fuerzas y los agentes han desarrollado su olfato para detectar negocios prometedores que les generen ventas rápidas y satisfactorias.
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