¿Vamos hacia un nuevo urbanismo sin los errores del pasado?
Después de 4 años de intensa recuperación es muy probable que en España se superen los 100.000 visados de obra nueva en 2018. Ello confirmará los mejores augurios y la tendencia expansiva del sector en los últimos tiempos. La pregunta es si dicho aumento viene acompañado de un nuevo modelo urbanístico o seguimos cometiendo los mismos errores que en la época del boom.
En dicha época los alcaldes se centraron en simplemente ir autorizando la edificación de viviendas y oficinas. Lamentablemente, durante mucho tiempo se abandonó la idea de también dotar a las poblaciones de equipamientos públicos, zonas verdes, parques y un largo etcétera (como en los años 80 cuando se se apostó por revitalizar los barrios después de décadas de abandono).
Pero en los 90 se desarrolló el urbanismo inmobiliario, la creación de ensanches en las afueras que carecían de sentido y que adolecían de los equipamientos necesarios. Existía un claro divorcio entre las necesidades de la población y los planes urbanísticos municipales en general: no existió control sobre el volumen de viviendas visadas, tampoco sobre el tipo de construcción ni sobre las zonas que se iban recalificando sin mesura. El resultado lo sabemos todos (y lo hemos pagado); un ajuste monumental que acompañó a la mayor crisis económica de las últimas décadas.
¿Vamos hacia un nuevo y mejor urbanismo? Creemos que sí. Los nuevos planes urbanísticos ya se ajustan mucho más a las normativas. Se apuesta por ciudades de tamaño medio y pequeño, con un criterio ajustado a un modelo de proximidad, más compactas. Se desea, por ejemplo, favorecer los desplazamientos a pie y en bicicleta, como ya todos conocemos. Con mayor densidad de población se logra que los negocios locales funcionen, se fije la población al territorio y las dotaciones públicas sean rentables.
Se incrementa la necesidad de regenerar los espacios existentes y la calidad del parque inmobiliario, reducir el uso del coche y apostar por un estilo de vida más saludable como demandan los ciudadanos para así pasar de ser una ciudad que consume energía a otra que la produce.
En este momento Vitoria destaca en España como ciudad sostenible y pionera en el desarrollo de zonas verdes urbanas. Se debe volver claramente a una mayor participación vecinal en las decisiones, defender a los barrios tradicionales, regenerarlos y potenciarlos. Se debe aplicar una puesta en marcha de planes de vivienda social más sostenible que resuelva los problemas residenciales de los que tienen menos recursos. La actual Ley del suelo también está en el punto de mira de una posible reforma, ya que ha contribuido a los errores del pasado en gran manera.
¿Se cometerán los mismos errores en el futuro? Confiemos que no; no nos lo podemos permitir.
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