El período de alarma en el que nos hallamos inmersos nos enfrenta a situaciones nuevas, a problemas impensables para una sociedad moderna como la nuestra. Durante décadas hemos dado por supuesto nuestro modo de vida sin darle más importancia. Nuestras libertades parecían no tener fin y cada vez queríamos más. Libertad de movimiento, libertad de empresa, de reunión, etcétera. Nuestra felicidad está basada en lo que hacíamos o poseíamos, no en lo que sentíamos. Ahora todo ello está amenazado por un tiempo de forma repentina y sin preparación para afrontarlo.
Pero creo que si sabemos aprovecharlo en la dirección correcta este período de confinamiento también puede ser un momento de fortalecimiento personal, una oportunidad de mejora individual. Por ello me gustaría compartir algunas reflexiones:
Nuestras otras libertades
A menudo pensamos que la libertad de movimiento es la más importante pero no debemos olvidar que la de pensamiento es también clave en nuestra vida. Es esa facultad que tenemos los humanos para la vida introspectiva, para imaginar, para soñar, para viajar imaginariamente…
También existe la libertad de creación que nos permite elaborar nuevos proyectos, realizar obras de arte en nuestra mente y desarrollar nuestra creatividad.
En las prisiones y campos de concentración donde no existe la capacidad de movimiento se han desarrollan estudios al respecto y se observa como el ser humano potencia sin límite estas otras libertades en situaciones de confinamiento y le ayuda a superar las dificultades en gran manera. Nuestra mente no está confinada, solo nuestro cuerpo.
Vida en común, organización familiar
En este periodo de confinamiento se producen nuevas situaciones donde pasamos a convivir con nuestra pareja y familia muchas más horas al día de lo habitual. Si nos dejamos llevar por el egoísmo y la tensión pueden aparecer fricciones en la convivencia. Por ello es importante una cierta planificación, momentos comunes combinados con espacio individual.
Debemos desarrollar la empatía, la organización de las tareas, la capacidad de ceder (el salón no es todo el día para mi sólo), la “negociación” y la comprensión. Facultades que viene bien desarrollar, especialmente en los más jóvenes de la familia.
Los valores importantes de la vida
Esto es un clásico, no valoramos algo hasta que no lo perdemos, ni que sea por un tiempo como ahora. Todo es relativo y depende de las circunstancias. Creo que debemos reflexionar sobre a qué dedicamos el tiempo en nuestro día a día habitual. Siempre decimos, “la familia es lo más importante”, pero ¿realmente lo ponemos en práctica a diario?.
Los mejores placeres individuales son gratuitos (o casi)
Cuando no tenemos problemas de movimiento solemos describir la felicidad como poder viajar a lugares soñados, comer en restaurantes caros, comprar la ropa desea, etcétera. Todos ellos placeres materiales que se pueden comprar con dinero. Pero ahora tenemos restricción de movimientos y por ello puede parecernos que somos menos felices, que nos falta algo.
Nada más lejos de la realidad, “best things in life are free” dicen los ingleses y tienen razón.
Un tiempo para la meditación, para comer con la familia sin prisas, para que tus hijos aprendan a cocinar o compartan contigo su serie favorita, para hacer deporte en casa, charlar a gusto, leer un buen libro rescatado del olvido, ver películas clásicas (las mejores) o dormir hasta un poco más tarde.
Todo ello son grandes placeres individuales que no tienen casi coste y que nos enseñan que a menudo que buscamos la felicidad donde no existe sin mirar antes dentro de nosotros donde sí que reside.
Son tiempos complicados, son semanas de zozobra pero que también nos pueden ayudar a ser mejores seres humanos cuando todo esto pase.
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