Según informa La Vanguardia, los gustos de los compradores de viviendas extranjeros están cambiando en Barcelona; mientras las familias acomodadas locales siguen prefiriendo la zona del Turó Park, los extranjeros están modificando sus preferencias y eligiendo otras zonas de la ciudad.
En este momento la calle más cotizada para ellos es el Passeig de Joan de Borbó, donde pueden disfrutar de unas magníficas vistas sobre el Port Vell, Ciutat Vella y la Barceloneta. En esta zona el precio medio del m2 ya alcanza los 6.000€.
En esta zona los compradores foráneos valoran especialmente las vistas al mar, el llegar a pie a Ciutat Vella, el dominio de idiomas de los comerciantes de la zona y los detalles históricos de los pisos. Los compradores locales, en cambio, desean zonas de la parte alta por la proximidad a buenos colegios, disponer de parking y excelentes servicios como en la Bonanova o la Avda. de Pearson en Pedralbes.
El Eixample concentra algunas de las calles señoriales más demandadas, como Passeig de Gràcia, Rambla Catalunya o Enric Granados, pero las dos calles emergentes de la zona están más alejadas de ese eje: son el paseo de Sant Joan (5.500 euros/ m2) y la plaza de la Concòrdia (5.700 euros/m2) en Les Corts, donde conviven compradores nacionales e internacionales. La calle Parlament, con pisos a un precio medio de 4.800 euros/m2, refleja la pujanza del nuevo barrio de moda, Sant Antoni. Pero los que eligen un barrio bohemio siguen optando en su mayoría por Gràcia, donde los pisos alcanzan los 5.500 euros/m2 en la calle Verdi y un poco menos, 4.500 euros, en Gran de Gràcia.
Los precios se van moderando en la ciudad en las zonas “prime” después de alzas continuas durante los últimos años pero las perspectivas son excelentes para los próximos meses. Se seguirán cerrando operaciones de venta ya que la ciudad atrae inmobiliariamente tanto a residentes potenciales como a inversores.
La ciudad de Barcelona sigue manteniendo su gran atractivo entre las clases acomodadas europeas que aprecian su calidad de vida, sus actividades culturales, su dinamismo económico, el clima mediterráneo, la proximidad al mar y otros muchos factores. Todos estos detalles han hecho de Barcelona una de las mejores ciudades europeas para residir, trabajar e invertir.
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